martes, 6 de marzo de 2007

1.Qué pasa aquí?



Conocemos a la gente que hay a nuestro alrededor, pero es verdad o es lo que creemos? De aquí hará unos meses yo estaba tan tranquilo con mi mejor amigo cuando él me dijo que tenía algo de interes que contarme.
"Hace mucho tiempo que quería decírtelo... pero, no se, nunca me había decidido. Verás, esto no es nada fácil para mi. Me entiendes?".
"Qué pasa? Necesitas algo? Dinero..?".
"No, no. No es nada de eso... es... no se por donde empezar... Mario verás, yo... yo soy... yo soy un fenz".
Como ya he dicho, hace varios meses de este día. Recuerdo que era un día lluvioso, en el que no nos apetecía hacer nada. Yo en un principio no comprendí la importancia de lo que me había confesado, pero... a los dos días, empecé a comprender parte de todo lo que representaba ser un fenz, de lo que era Rafael. Estabamos en la época de lluvias, era normal que lloviera durante todo el día, sin embargo ese martes era un buen día. Había amanecido nublado, la temperatura era ideal (39º Gramply)... no se era uno de esos días en los que te levantas con buena cara. Después de la ración alimenticia, me fuí a mi cubículo para disponer todas las cosas. Habíamos decidido ir a las cumbres del norte, durante nuestro día de descanso unos cuantos amigos. Entre ellos estaba Rafael.
Cuando terminé de recoger todo y asegurarme de llevar lo más importante, me encaminé al lugar de encuentro. Era una pequeña plaza en el centro de las residencias. Cuando llegué nada más estaban Ricardo y Maite. Faltaban Raquel, Francisco, Alejandro y por supuesto Rafael. Después de media hora de espera decidimos ir a buscarles a sus respectivos cubículos. Al primero que fuimos fue el de Alejandro ya que como supondréis era el más cercano a la placita. Al llegar vimos en la puerta el cartel de otra persona. En el ponía : 'Marqz Lombard, Steph. Nº exp: 783-872-803-564-KI'. Los tres estabamos de acuerdo que no nos podiamos haber confundido. No cabía lugar a dudas de que es era el cubículo de Alejandro, pero era como si hubiera desaparecido. Totalmente desconcertados, nos dirijimos al de Raquel que se encontraba en la misma residencia pero dos plantas abajo. Al llegar a la puerta... nos pasó lo mismo ese cubículo era de otra persona completamente diferente a Raquel. Decidimos llamar al mismo (aun sabiendo que era una descortesía al no haber sido invitados). Al otro lado de la puerta una mujer de rasgos orientales se nos apareció. Ella nos miró con odio y grito un par de cosas en su idioma de origen que creo que no se trataban de las nuevas señas de nuestra amiga.
Ricardo y Maite, decidieron ir al cubículo de Ricardo para pasar el día, ya que la pequeña excursión estaba claramente cancelada. Me dijeron de acompañarles, pero al contrario que ellos yo no me encontraba con humor de hacer nada. Subí a la superficie y allí cogí el transporte para que me acercará a mi residencia, un poco más alejada de esas centrales. Rafael y yo viviamos en residencias contiguas, así que decidí ver si él sí que se encontraba en la misma y no le habían cambiado. Baje las 78 plantas hasta la de mi amigo, pero al llegar al pasillo... vi a unos hombres de uniforme azul saliendo del cubícuo de Rafael. En ese momento algo me echó para atrás.
No se como explicarlo, fue una especie de instinto que me indicó que me alejara de esos hombres. No eran como el resto esos uniformes azules... no se me pasó por la cabeza que eran superiores al resto (con nuestros uniformes grises) y que podían explicarme qué estaba pasando. Al contrario, me aleje de ellos. Pero nada más desandar escasos dos metros, un cubículo se abrió y una mujer... por qué no decirlo muy sujerente, me llamó para que entrara. Si no hubiera sido nada expectacular, seguramente también hubiera entrado. Quería estar lejos de esos hombres. Pero tenía como añadido el porte de esa belleza. Al entrar vi en la habitación a otros dos varones y a otra mujer que intentaban poder respirar en el cubículo donde nos encontrabamos los cinco. A uno de esos hombres los reconocí fácilmente, era Francisco. Éste mismo me indicó que guardara silencio. Cosa que hice. Desde ese lado de la puerta pudimos oir perfectamente como los pasos de esas personas se alejaban por el pasillo. Yo puedo oir como comenzaban a subir las escaleras de acceso. Cinco minutos después todos seguiamos escuchando atentamente no sabía exactamente el qué. Mi curiosidad comenzó a superar el miedo y cuando fui a abrir la boca una explosión nos tiró al suelo. Todavía desorientado, unos brazos me levantaron y me arrastraron por el largo pasillo. Lo último que recordé al despertar fue a la mujer que me abrió la puerta golpeándome en la cabeza.
by Carol

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eyyyy! Que tengo el privilegio y el honor de salir en una de vuestras entradas. "Me llena de orgullo y satisfacción..." Que nooooo, no voy a hacer ahora un discursito, que luego empezais a llorar de la alegría y no puede ser, no.
Por otra parte... no entiendo la historia del texto, está algo así como... inacabada. Bueno, ya me la explicarás la próxima vez que nos veamos, guapa. Un besito para tí y abrazos para los otros co-propietarios

Carol dijo...

Claro que está inacabada, es sólo el primer capítulo, ya llegarán más ;)

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